Recientemente en muchos países,
como en México, se han dado a la tarea de evaluar el aprendizaje de la Historia
en educación primaria. Los resultados de estas evaluaciones han sido
desfavorables pues demuestran que los alumnos no llegan a desarrollar un
pensamiento que los ayude a interpretar y explicar los hechos históricos.
No es de extrañarse que la
enseñanza de la Historia en las escuelas no este rindiendo frutos. Existen
diversas razones que se pueden dar sin ser un especialista en el tema, por
ejemplo, las pocas horas curriculares para la asignatura, las formas cerradas
de evaluar, la transmisión centrada en la memorización de los contenidos que a
su vez ha provocado el aburrimiento y fastidio de los estudiantes hacia esta
disciplina. Además debemos agregar las características que por sí misma
presenta esta materia y la dificultan como las múltiples causas y consecuencias
de los eventos, el lugar y circunstancias en que sucedieron, el tiempo o etapa
en que pasaron, el uso de palabras poco coloquiales, la falta de evidencia
observable, etc.
Por lo antes dicho, algunos autores
opinan que niños en edades tempranas no poseen capacidades intelectuales para
dicho aprendizaje, en cambio otros, han señalado que todo niño pese a su corta
edad ya sabe algo de Historia, más específicamente, reconoce su historia y
aquella que ve como cambios en su vida diaria ¿usted qué cree?
Sin embargo, la mayoría de
investigadores concuerdan en que el pensamiento histórico consiste en “hacer
historia” (Havekes, Aardema y Vries, 2010;
Levstick y Barton,
2011), el cual fundamentalmente es un acto de interpretación en el que el niño
debe evaluar
evidencia, considerar opiniones, defender ideas, organizar información,
adentrarse al contexto histórico, etc. Es decir, involucrarse en el fenómeno
histórico y lograr un razonamiento de las causas del
mismo como señala Carretero y Montanero (2008).
Considerando lo anterior, se hace
relevante la realización de propuestas didácticas en este nivel para favorecer
el pensamiento histórico como el desarrollo de ambientes de aprendizaje apoyados
con tecnologías en los que se practique la construcción, comunicación y
aplicación del conocimiento. De esta manera se puede alcanzar el propósito
educativo, formar estudiantes competentes en la comprensión de su pasado para
la valoración de su presente, ampliamente críticos y participativos en la sociedad.
Referencias
Carretero,
M. & Montanero, M. (2008). Enseñanza y aprendizaje de la Historia: aspectos
cognitivos y culturales. Cultura y
Educación, 20(2), 133-142. Recuperado de http://www.ub.edu/histodidactica/images/documentos/pdf/ensenanza_aprendizaje_historia.pdf
Havekes,
H., Aardema, A. & de Vries, J. (2010). Active historical thinking: designing learning
activities to stimulate domain-specific thinking. Teaching History, 139, 52-59. Recuperado de
http://shailendrag.wikispaces.com/file/view/Thinking8.pdf
Levstick, S. & Barton, K. (2011). Doing History. Investigating with children
in elementary and middle schools. New York: Routledge
Me parece que las propuestas didácticas desde la infancia además de favorecer el pensamiento histórico serían de gran ayuda de forma interdisciplinar, por las habilidades reflexivas, argumentativas que los niños desarrollarían en una etapa temprana. Saludos
ResponderEliminar